SOMBRAS Y APARICIONES Imprimir

 

REVELAÇÕES FRONTEIRIÇAS

O texto que segue é uma das REVELAÇÕES que o Fronteiras Culturais em Livramento e Rivera proporcionou. Trata-se de uma das NARRACIONES, título do trabalho que apresentaram "Las Virginianas", contendo narrativas de ficção, poemas-canções e ilustração, com CD de áudio - todos criados a partir de personagens e contexto de Campo fora, por grupo "intimista y femenino" de leitoras, de origem docente e profissional liberal, que se reúne para discutir literatura há cerca de 20 anos e que a proposta do projeto levou a - pela primeira vez - criar literatura. Esse trabalho revela sensibilidade e perspicácia de leitura, unida à capacidade artística, expressa de modo encantador e convincente.

Leia, aprecie a ilustração e ouça o que os contos Sem Rumo e Guri inspiraram:

 

SOMBRAS Y APARICIONES

En la subida de Pena
Un gurisito pastor...

Anochecía. Las sombras ya habían ganado el interior del galpón, cuando Nilo - que había estado entretenido jugando con su tropilla de huesos - sintió la voz perentoria de su madre que lo llamaba desde el rancho de adobe y paja.

Cruzó corriendo el vasto patio con un gran ombú en el medio, apretado ya su corazón, con una sospecha: de seguro la Bordada había aprontado otra de las suyas!

Metió la cabeza en el interior del rancho, mientras su flaco cuerpo quedaba de afuera, sosteniéndose con las manos en el agujero sin puerta, como resistiéndose a entrar. Su madre estaba moviendo la olla sobre el brasero y ni siquiera se dio vuelta para ordenar con voz seca: - Andá a buscar a la Bordada que no ha regresao!

- Pero mama, ya está de noche, - se atrevió a argumentar Nilo a la espalda que lo hablaba.

- Más razón para apurarte, - le contestó la mujer.

El gurí retrocedió indeciso, mientras sus ojos recorrían el paisaje en círculo, cada vez más sombrío. El horizonte ya estaba tragándose el sol, que era una fina medialuna incandescente. Y el monte parecía crecer, agigantándose con la proximidad de la noche.

Nilo olvidó por completo su tropilla de huesos y su caballo de palo - ¡ era tan lindo jugar! - y se enfrentó con la dura realidad, que la orden le había impuesto. Con un trotecito indeciso volvió a cruzar el patio, y ya más decidido comenzó a correr por el camino que serpenteava hacia el monte de sarandíes y molles. Sus ojitos escudriñaban el paisaje y para darse valor comenzó a cantar a gritos:

"Bordada, Bordada,
Onde estás
Que não te vejo?
Bordada, aparece,
Tô ficando desinquieto!"

Pero la canción no logró su efecto mágico.

Ya ha recorrido todo el piquete en su búsqueda y no la ha encontrado.

Parece que se ha llevado el viento, o los fantasmas que dicen andan por ahí cuando cae la noche. El niño siente que se desliza por su espalda una fría culebrita de miedo. A su memoria acuden retazos de historias escuchadas de los más viejos en las rondas de fogón: -¿ Alguna vez viste a Maria Tranco-Feio bailando por el camino, con su rebozo sucio y deshilachado? O al cura de blanco, debajo del puente? ¿ O mucho más inquietante todavía: la temible y alta figura de Quinca Serpa, con sus relucientes ojos verdes de basilisco, siempre rondando las grutas y los pozos en noches de luna llena ...?

Nilo siente que el corazón le golpea con fuerza mientras las piernas parecen ablandarse súbitamente. ¡Quinca Serpa! ¡Cruz Credo! Aprieta los ojos para hurtarse a la oscuridad cada vez mayor y vuelve a la canción del conjuro, gritándola para tener por lo menos la compañía de su propia voz:

"Bosdada, Bordada,
olha bem que ta na hora
do Quinca Serpa
se mexer dentro da grota!"

Los límites se borran entre lo real y lo fantástico. La imaginación se agiganta como un pájaro que se nutre de historias pasadas. Nilo continúa caminando, salta las chircas, cruza los pequeños vados, sortea los guijarros con destreza.

Ya se acerca la oscura orilla de monte de guaviyúes.

De pronto, el gurí retrocede espantado. Una sombra. Quinca Serpa aparece entre los árboles del Rubio Chico.

Nilo se detiene y torpemente hace la señal de la cruz. El hombre alto se acerca. Los ojos verdes sonríen y extiende los brazos. El niño levanta los ojos, lo mira y se apacigua; también comienza a sonreir, tranquilizando al fin. Subyugado por una fuerza extraña, olvida a la Bordada y camina lentamente hacia él.

Hay un horizonte que no limita: sombras y apariciones!

 

Autoras:

Delia Cazarré de Álvez, Ana Maria de Planella, Marta Elena Álvez de Figueredo, Nelda Antunenez de Beis, Nury Padilha Vega, Isabel Amarra de Avenatti

 

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